miércoles, septiembre 24, 2008

Cortos de Laica 161

Consumir lo que otros producen forma y ha formado parte de la vida de las personas. No obstante, las necesidades tienen límites y, cuando éstos se rebasan, se puede traspasar la frontera que nos lleva al consumo compulsivo. La libertad de consumir y disfrutar de ello no equivale a convertirse en rehén de las necesidades artificiales que impone la publicidad. Es el tema que trata el escritor uruguayo Eduardo Galeano en www.ecoportal.net
http://ecoportal.net/content/view/full/67451 De ello seleccionamos algunos fragmentos:


El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar.


El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.


El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales.


Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.


El consumidor ejemplar es la persona quieta. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentad@ ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.


Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos.


Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad
el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas.


El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante.


La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del
planeta. (Contribución de Coral López)


Busca la colección completa de los Cortos de Laica y comenta sobre cualquiera de ellos en el Foro de Cortos de Laica, en la siguiente dirección:

http://www.codice.org.mx

También se encuentran Los Cortos de Laica en:

http://www.libertadeslaicas.org.mx/paginas/Enciclopedia/EncicloCortosLaica.htm

Los Cortos de Laica como Estampas Laicas:

http://www.17.edu.mx/index.php?cont=85

Otra versión se halla en una interesante página publicada en Lima, Perú: http://www.cuerpoyderechos.info/home/seccion_detalle.php?ID=61

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