martes, abril 08, 2008

Sexualidad

Patricia Kelly 06 de abril de 2008
Por favor, cuando haga el amor quítese el reloj. Se lo digo en serio, no hay cosa peor que estar tomando el tiempo para ver cuándo y cómo termina la pareja.
Aunque en algunas etapas de los juegos eróticos adolescentes masculinos la velocidad es lo que cuenta, los encuentros personales deben están regidos por las necesidades de cada uno de los integrantes de la pareja.
En la revista estadounidense Journal of Sexual Medicine apareció una nota que seguramente impactó o confundió a muchos (as) y que hoy en EL UNIVERSAL reproducimos: “Un buen coito debe durar de siete a 13 minutos”.
Se insistía en que si el encuentro duraba entre uno o dos minutos era “demasiado rápido”, pero si excedía los 13 era “mucho tiempo”. Claro, este artículo no toma en cuenta los juegos previos, sino que se cuenta el tiempo a partir de la penetración. No dudo que algunos se sientan avergonzados por su rapidez, y otras, puestas en duda por su lentitud. El asunto no es tan simple.
“Juega y disfruta, no tienes que demostrar nada…” Anna Costa.
Nos debe quedar muy claro que no hay un cronómetro sexual, que no hay un récord que romper, aunque algunos malgasten su energía tratando de alcanza un número determinado de coitos. La velocidad de un encuentro, su intensidad, la dan las necesidades de cada pareja.
Fíjese, a diferencia de los varones, nosotras somos más lentas para lograr la excitación, no podemos responder con la misma velocidad que una erección. Necesitamos de más tiempo, caricias y trabajo erótico antes del coito. No es que estemos “fuera de tiempo”, sino que nuestra velocidad es otra. A diferencia de muchos hombres, no todos, nuestra sexualidad no se limita a la mera zona genital, sino que puede extenderse por todo el cuerpo.
No se trata de un automóvil estándar que con tres velocidades está caminando, sino que es necesaria la comunicación corporal y las caricias.
Por supuesto que no estamos peleando contra los encuentros relámpago (rapidines, quickies, hasta el mañanero) sino de lo que se trata es de que en cada encuentro sexual tengamos nuestro propio tiempo. “Con un trabajo bien hecho, una mujer puede alcanzar un orgasmo en 10 minutos” A. Costa. Pero tampoco se obsesione con el orgasmo, hay encuentros en los que se prescinde de él y el banquete mayor se disfruta antes y después del coito.
No existe un tiempo que determine la calidad de una relación sexual, lo importante es que ambos queden satisfechos, que ambos hayan disfrutado de esos momentos de placer. Tampoco vamos a omitir que puede llegar a haber problemas de tiempo, por ejemplo, cuando él no controla la eyaculación y termina antes que la pareja hubiera logrado el orgasmo; o bien, cuando él dura mucho tiempo con erección y estímulos eróticos sin lograr el orgasmo en la compañera. Estamos hablando en el primer caso de la eyaculación precoz, y en el segundo, de la anorgasmia, ambas disfunciones sexuales que pueden ser atendidas por un profesional de la terapia sexual, siempre y cuando se presenten de manera reiterada y constante.
Obligadas a tener sexo
Otra información destacada en materia de sexualidad fue la que ofreció la Comisión de Derechos Humanos del DF. Como resultado de una encuesta reciente “Las mujeres jóvenes en zonas urbano-marginales del Distrito Federal: un análisis sobre la situación de sus derechos sexuales y reproductivos”, encontró que:
• Más de la mitad de las mujeres jóvenes capitalinas desconocen sus derechos sexuales y reproductivos.
• No asisten regularmente al ginecólogo (a).
• Cerca de cada 10 de cada 450 son obligadas por su pareja a tener relaciones sexuales.
• 5% dijo haber sido obligada a tener relaciones sexuales por parte de su pareja.
• Las adolescentes comienzan su vida sexual a los 17 años, mientras que los adolescentes a los 15.5 años.
• 46.7 % no asiste a los servicios de salud de su localidad.
• 60% dice no haber recibido educación sexual por parte del Estado, el resto afirmó que sí.
• 52% de las entrevistadas no recibió información sobre cómo afrontar situaciones de violencia sexual o física.
• 17.3 % dijo conocer algún caso en el que por ser joven le negaron condones; 9.6 % mencionó conocer situaciones en las que les negaron información por motivos de edad.
• En el DF se atiende alrededor de 25 mil partos al año de madres menores de 19 años.
Es probable que algunos (as) lectores (as) no sepan cuáles son los derechos sexuales y reproductivos de hombres y mujeres, pero se refieren básicamente a rubros como lograr su más alto estándar de salud sexual, recibir servicios y cuidados para mantenerla, recepción de información relacionada con la sexualidad y métodos anticonceptivos, respeto a su integridad física, derecho a escoger pareja y el número y espaciamiento de los hijos, ejercer una vida sexual segura y placentera.
El asunto es que se sigue discriminando a muchos jóvenes para que reciban una objetiva y científica educación sexual, pareciera que algunos sectores siguen interesados en llenarlos de tabúes y miedos y en no ejerzan libremente su sexualidad.
Por cierto, una nota con la que podemos finalizar esta colaboración es una fechada esta semana en Holanda. Un clérigo de ese país aconsejó a los jóvenes que tienen problemas para vivir en castidad, que comieran menos carne, ya que se sabía que hacerlo “ejercía influencia sobre los deseos sexuales”. Esta nota de EFE agregaba: el clérigo Everad de Jong dijo que para “los jóvenes que tengan pensamientos impúdicos y quieran mantenerse castos, pueden romper la tensión sexual mediante una broma decente”.
Hay mucha diferencia entre educar con conocimiento, ética y responsabilidad y la otra, diciendo absurdos y mentiras.

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