jueves, abril 10, 2008

La maternidad biológica de Tracy-Thomas

María Teresa Priego (Escritora)

10 de abril de 2008
La foto de Thomas Beatie desnudo. Mostrando su vientre. Acariciándolo, en ese gesto —constatación y ternura— tan común en las mujeres embarazadas, me resultó muy perturbadora. No cuestiono —por supuesto— su transexualidad. Él eligió. Pero ¿qué fue exactamente lo que eligió? Puesto que decidió inseminarse. Su “maternidad” biológica indiscutiblemente es. Pero segurito que no es. Miré la foto de ladito. La guardé. La volví a mirar, como si Thomas fuera un señor enfermo de algo. Releí la nota: lo que esa persona con apariencia e identidad masculina guarda en su vientre es un ser humano, y no un quiste inmenso. Una niña.
¿Cómo pueden frasearse espacios simbólicos estallados? ¿Cuáles son esas palabras que nos permitirían aprehender el orden simbólico posible en esta experiencia inédita? Podríamos pensar que el embarazo de Thomas trastoca un espacio esencial de la diferencia sexual: la maternidad. Pero, ¿lo trastoca? ¿Tendríamos en el futuro que especificar “la maternidad femenina”? ¿Es posible que exista otra?
Me remito a un ejemplo muy cotidiano: He escuchado a mujeres decir: “Con mis hijos, yo he sido padre y madre”. Se refieren a que —cabezas de una familia monoparental—, desde su lugar de mujer y madre, han cumplido —también— roles que tradicionalmente corresponderían a un hombre. Pero, ¿cómo podría una mujer cumplir una función paterna?
“El lugar del padre”, el hijo irá a buscarlo a otro lado. Es imposible que lo encuentre en ella. Un padre puede criar a su hijo en ausencia de la madre, de una manera muy amorosa y ser él quien ofrece los cuidados cotidianos. Es un hombre que está viviendo su paternidad. Un padre. Cuando una pareja de mujeres cría a su hijo el niño tiene claro que él tiene dos mamás. Sus figuras masculinas están en el entorno familiar. Y viceversa en el caso de las parejas de hombres.
Tracy a los 24 años eligió ser Thomas. Asumió su identidad masculina. La legalizó. Explica que está embarazada, porque su esposa ya no puede tener hijos, pero la decisión de mantener sus órganos reproductores femeninos la tomó mucho antes: “por si acaso”. Podríamos suponer que Thomas no sólo era anatómicamente una mujer, que en su realidad interior era un hombre, sino que deseaba, además, ser un hombre que se pudiera embarazar. Lo que es muy distinto. Como en un imaginario de completud que ahora se concreta: ser hombre-mujer. Elegir, sin renunciar.
“El primer hombre embarazado”, esta frase me deja catatónica. Thomas porta el embarazo de Tracy Lagordino, cuya maternidad —Tracy se supone que no existe— asume Nancy, la esposa de Thomas. Ateniéndonos a una mera descripción: Thomas es el padre (¿y portador?) del hijo biológico de Tracy, la mujer que el fue-es (y un donador). Como la escena es imposible sin el legado-presencia de Tracy: sus órganos reproductores femeninos, entonces, Tracy que existió hasta los 24 años.
Allí está. Renombrada en su maternidad. Colocada en el centro mismo del discurso que Thomas y Nancy transmitirán a su hija. ¿Cómo escuchará la niña sus palabras y qué puede hacer con ellas? No lo sabemos. Pero Tracy-Thomas-Nancy es el triángulo más desconcertante y confuso que he visto en mi vida. Me pregunto, por ejemplo, ¿Nancy querrá a Tracy? ¿Acepta su existencia? ¿Son amigas entre ellas?

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/40238.html

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